Definición de Prudencia

La prudencia es una cualidad que consiste en actuar con moderación, precaución, sensatez, previsión y cautela, lo cual denota respeto hacia la vida y sentimientos de los demás.

Una persona prudente demuestra un alto grado de sensatez, rectitud, es analítica y especialmente tiene un autoconocimiento que le permite en cuestión de segundos, analizar y dar una respuesta apropiada.

De manera que esta cualidad se convierte en una virtud que algunas personas carecen y muchas otras demuestran, transmitiendo un alto grado de confianza y gratitud frente a los demás.

Aquellos individuos prudentes tienen un gran manejo de sus pensamientos, pues aunque vivan situaciones que les generan incomodidad o molestias, son capaces de detenerse a pensar antes de hablar.

Ámbito histórico de la prudencia

Esta característica humana termina convirtiéndose en una gran virtud y desde épocas remotas de la humanidad, se conoce como un ámbito de la personalidad de los humanos.

Se dice que antiguamente los egipcios representaban la prudencia como una culebra de 3 cabezas: una cabeza de león, otra de perro y otra de lobo.

De manera que una persona prudente tiene la viveza de la serpiente, la fuerza y valentía del león, la agilidad del lobo, la tranquilidad y paciencia de los perros.

En el ámbito religioso, el catolicismo considera a la prudencia junto con la templanza, fortaleza y justicia, como una de las virtudes de los seres humanos.

Desde varios puntos de vista, los humanos estamos llamados a ser sensatos, a tener precaución con aquello que decimos, y acostumbrar a filtrar todo lo que pensamos antes de decirlo.

Prudencia, sabiduría y respeto

La sabiduría se relaciona con esa capacidad que tienen muchas personas de poner en práctica todo lo aprendido y conocen a cabalidad, sin necesidad de tener altos grados académicos.

Incluso se dice que en la educación comienza en casa precisamente porque en el hogar se enseñan valores, actitudes y pensamientos a nuestros pequeños.

Por lo tanto aquellos que gozan de una inmensa sabiduría especialmente en el ámbito humano, son capaces de ser precavidos y eviten comentarios y actitudes imprudentes.

Por ejemplo, una verdad dicha de frente se puede convertir en un acto doloroso, pues no sabemos hasta qué punto una persona está dispuesta a tolerar una verdad.

En consecuencia podríamos generar dolor, incomodidad, tristeza y muchos sentimientos negativos en esa persona que escucha nuestras palabras muchas veces no analizadas.

Prudencia
La prudencia es un valor muy positivo para conservar la armonía social

Evitar ser impulsivo

La impulsividad es opuesta a la tranquilidad, y aunque muchas situaciones nos generan emociones que provocan expresar lo que sentimos y pensamos, debemos evitarla en la medida de lo posible.

Hablar sin pensar, reaccionar sin analizar, obedecer a nuestros impulsos innatos, nos hacen tener actitudes en las que simplemente reaccionamos sin medir consecuencias.

Por eso el respeto no solo se enseña, también se aprende y requiere entrenamiento que comienza con conocer nuestros propios pensamientos y adoptar nuevas actitudes que nos eviten la impulsividad.

Reflexión para ser sensatos

Reflexionar sobre nuestros errores cometidos, analizar qué hicimos mal, como fue la reacción de otra persona con nuestros comentarios y actitudes, son pequeños actos que marcan la diferencia.

Lamentablemente una palabra dicha ya no tiene vuelta atrás y aunque pidamos perdón y nos perdonen, su huella quedará marcada en la otra persona durante mucho tiempo.

Comencemos con conocernos, evaluarnos y respirar cuando ciertas situaciones nos exijan una opinión y poder definir las palabras a escoger que sean respetuosas para los demás.

Recuerda, nunca sabemos las cargas que otras personas llevan consigo, seamos precavidos, responsables y amables con quienes nos rodean.

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