Aprende a mejorar la estética del poema con estos ejemplos de Rima.
La rima es la repetición de los sonidos de los últimos fonemas en un verso. Las dos últimas sílabas de cada verso deben ser fonéticamente iguales. Las rimas pueden ser consonantes o asonantes.
La rima es uno de los elementos más importantes en la poesía ya que ayuda en la estética del poema para darle más musicalidad y un efecto acústico que armoniza con el lenguaje poético del verso. Muchos poetas emplean las rimas como parte de su estilo.
Para crear las rimas hay que seguir un patrón de métrica que puede poner los sonidos repetidos continuos o alternos. De esta manera se evita que se pierda la secuencia de la rima y los versos tengan mejor sonoridad.
Muchos poetas clásicos como Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Unamuno, entre otros, utilizaban la rima como un recurso estético para lograr que sus versos sonarán agradables y melodiosos al ser recitados.
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¿Cómo se debe formar una Rima?
Al crear una rima en un verso, es importante seguir unas pautas para lograr un orden en la secuencia. Estos son los aspectos más importantes:
- Las dos últimas sílabas del verso deben coincidir total (rima consonante) o parcial (rima asonante). Por ejemplo, corazón rima con canción ya que las dos últimas sílabas terminan en o y las palabras son agudas.
- Las dos últimas palabras deben tener la sílaba tónica en el mismo, es decir si una es grave, la otra también debe ser grave.
- Pueden ir seguidas, intercaladas o dos rimas antecedidas y sucedidas por otras dos rimas (abrazadas)
- Deben tener la misma métrica, es decir, si un verso es octosílabo, el siguiente también debe ser octosílabo. Aunque este también puede tener una sílaba más o una sílaba menos.
Ejemplos de Rimas Consonantes
1
La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.
La mar ciñe a la noche su regazo, Miguel de Unamuno (Rima abrazada)
2
Miré los muros de la Patria mía,
Si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
De la carrera de la edad cansados,
Por quien caduca ya su valentía.
Enseña como todas las cosas avisan de la muerte, Francisco de Quevedo (Rima abrazada)
3
Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.
Soneto XXIX, Garcilaso de la Vega (Rima abrazada)
4
Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.
Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.
La rama, Octavio Paz (Rima cruzada)
5
El rojo sol de un sueño en el Oriente asoma.
Luz en sueños. ¿No tiemblas, andante peregrino?
Pasado el llano verde, en la florida loma,
acaso está el cercano final de tu camino.
El rojo sol de un sueño en el Oriente asoma, Antonio Machado (Rima cruzada)
6
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Los sonetos de la muerte, Gabriela Mistral (Rima cruzada)
7
No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.
Que el amor no admite cuerdas reflexiones, Rubén Darío (este verso combina rimas abrazadas con rimas cruzadas)
8
No hay más. Sólo mujer para alegrarnos,
sólo ojos de mujer para reconfortarnos.
No hay más, solo mujer, Jaime Sabines (Rima continua)
9
El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española.
El alma trémula y sola, José Martí (Rima abrazada)
10
Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:
Continúa el mismo asunto, Sor Juana Inés de la Cruz (Rima abrazada)
11
¡Qué milagrosa es la Naturaleza!
Pues, ¿no da luz la nieve? Inmaculada
y misteriosa, trémula y callada,
paréceme que mudamente reza
Jaculatoria a la nieve, Amado Nervo
12
Vientos negros, detrás de los cristales
de las estrellas, mueven grandes masas
de mundos muertos, por sus arrabales.
Razones y paisajes de amor, Alfonsina Storni
13
Si una guitarra triste me dijera
que no quiere morir entristecida,
me pondría a rezar sobre su herida
con tal de recobrar su primavera.
Si una guitarra triste, Atahualpa Yupanqui
14
He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
La renuncia, Andrés Eloy Blanco
15
Paraíso del aire congelado,
muerte de cielo y tierra celadores.
¿De qué color los ojos? Los colores.
más por su vibración que por su grado.
Paraíso del aire, Bernardo Ortiz de Montellano
16
Clarísimo marqués, en quién derrama
el cielo cuanto bien conoce el mundo;
si el gran valor en que el sujeto fundo,
y al claro resplandor de nuestra llama
Soneto XXI, Garcilaso de la Vega
17
Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
Hasta mañana, Mario Benedetti
18
Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.
Morir soñando, Miguel de Unamuno
19
Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
y haciéndola bendita.
Creo en mi corazón, Gabriela Mistral
20
Cuando me puse a pensar
La razón me dio a elegir
Entre ser quien soy, o ir
El ser ajeno a emprestar,
Cuando me puse a pensar, José Martí
21
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Poderoso caballero es Don Dinero, Francisco de Quevedo
22
No temas, Cristo rey, si descarriado
tras locos ideales he partido:
ni en mis días de lágrimas te olvido,
ni en mis horas de dicha te he olvidado.
En el camino, Amado Nervo
23
Será presente en ti tu manantial.
Estarás en las ramas del universo entero.
Déjame que te cante como cuando eras mía
en la llovizna fresca del primer aguacero.
Voces para una nota sin paz, Julia de Burgos
24
Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud se cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Sonetos I, Octavio Paz
25
Amor mío, mi amor, amor hallado
de pronto en la ostra de la muerte.
Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.
Amor mío, mi amor, Jaime Sabines
26
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Quéjese de la suerte, Sor Juana Inés de la Cruz
27
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
Rima IX, Gustavo Adolfo Bécquer
28
Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
El sueño, Jorge Luis Borges
29
ESCLAVA mía, témeme. Ámame. Esclava mía!
Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,
y en él despunta mi alma como una estrella fría.
Esclava mía, Pablo Neruda
30
A pesar de mí misma te amo; eres tan vano
como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo:
«¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo;
no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»
Indolencia, Alfonsina Storni
31
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy pasando.
Soneto Gongorino en el que…, Federico García Lorca
32
¿Qué barco viene allá?
¿Es un farol o una estrella?
¿Qué barco viene allá?
Es una linterna tan bella
¡y no se sabe adónde va!
La canción de la noche en el mar, Rubén Darío
33
Señor, Tú regaste los campos de flores
que llenan el aire de aroma y frescor,
cubriste los cielos de inmensos fulgores
y diste a los mares su eterno rumor.
Ofrecimiento, Amado Nervo
34
Nervioso, pero sin duelo
A toda la concurrencia
Por la mala voz suplico
Perdón y condescendencia.
Coplas del vino, Nicanor Parra
35
Eres un manjar divino
como una copa de vino.
Coplas del vino, Nicanor Parra
36
Fuego ardiente, pasión candente.
37
Dieron las doce, la una y nos mantenía despiertos la luna.
38
Eres la gota de miel que endulza mi amarga hiel
39
Como regar una flor hay que cuidar el amor
40
Tu desprecio fue el arpón que mató mi corazón.
41
El mundo gira y gira mientras mi alma suspira.
42
No hay muerte más atroz que la de decir adiós.
43
Cuando el alma está vacía, es como una cueva fría.
44
Quiero ser la canción de tu reconciliación.
45
Algún día regresaré y en buscarte no dudaré.
46
Solo la luna y las estrellas pueden oír mis querellas.
47
Pon en mi alma un freno que detenga este veneno.
48
El viento bailarín hacía bailar el jardín.
49
La muerte es como la huida cuando se daña la vida.
50
Tus labios de carmín, rosas de mi jardín.
Ejemplos de Rimas Asonantes
1
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Amor, Pablo Neruda
2
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…
Caricia, Gabriela Mistral
3
Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
Invernal, Rubén Darío
4
Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
El hacedor, Jorge Luis Borges
5
Salen los niños alegres
De la escuela,
Poniendo en el aire tibio
Del abril, canciones tiernas.
Canción primaveral, Federico García Lorca
6
Paso que pasa
rostro que pasabas
qué más quieres
te miro
Ella que pasa, Mario Benedetti
7
No sé. Pero tenías
de todas partes, largas
mujeres, negras aguas.
Me gustó que lloraras, Jaime Sabines
8
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
El crimen fue en Granada, Antonio Machado
9
Una mujer me ha envenenado el alma,
otra mujer me ha envenenado el cuerpo;
ninguna de las dos vino a buscarme,
yo de ninguna de las dos me quejo.
Rima LXXIX, Gustavo Adolfo Bécquer
10
Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecido y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo…
Canción desnuda, Julia de Burgos
11
DE endurecer la tierra
se encargaron las piedras:
De endurecer la tierra, Pablo Neruda
12
el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos
Cada ciudad puede ser otra, Mario Benedetti
13
Por diez centavos lo compré en la esquina
y vendiómelo un ángel desgarbado;
cuando a sacarle punta lo ponía
lo vi como un cañón pequeño y fuerte.
Un lápiz, Alfonsina Storni
14
Pradera, feliz día! Del regio Buenos Aires
quedaron allá lejos el fuego y el hervor;
hoy en tu verde triunfo tendrán mis sueños vida,
respiraré tu aliento, me bañaré en tu sol.
Del campo, Rubén Darío
15
Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Mi caballero, José Martí
16
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
Con Quevedo en primavera, Pablo Neruda
17
Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!
Lo comprende mi corazón, Nezahualcoyotl
18
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
No intentemos el amor nunca, Luis Cernuda
19
Antes que tú me moriré; escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.
Rima XXXVII, Gustavo Adolfo Bécquer
20
Con todo el yeso
de los malos campos
eras junco de amor, jazmín mojado.
Gacela del amor maravilloso, Federico García Lorca
21
Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra en los entretejidos dedos.
Íntima, Gabriela Mistral
22
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh, mar, no esperes más!
23
¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.
Frente al mar, Octavio Paz
24
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos…
Corazón coraza, Mario Benedetti
25
Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada…
Es la sombra del agua, Jaime Sabines
26
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
El cómplice, Jorge Luis Borges
27
Innecesario, viéndome en los espejos
con un gusto a semanas, a biógrafos, a papeles,
arranco de mi corazón al capitán del infierno…
Caballo de los sueños, Pablo Neruda
28
Debajo de la hoja
del perejil
tengo a mi amante malo
y no puedo ir.
Las tres hojas, Federico García Lorca
29
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere…
Creía yo, Macedonio Fernández
30
No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores…
El tronco seco dará nuevas hojas.
Lo inacabable, Alfonsina Storni
31
¡Cómo suena en mi alma la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en caricias
mientras tú te me das extasiado!
Noche de amor en tres cantos, Julia de Burgos
32
Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
Puertas, Gabriela Mistral
33
Y de presencia en presencia
todo se me transparenta,
pero no veo al sol.
Misterio, Octavio Paz
34
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Caminante, no hay camino, Antonio Machado
35
No sabes cómo necesito tu voz;
necesito tus miradas
aquellas palabras que siempre me llenaban…
Lo que necesito de ti, Mario Benedetti
36
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
Rima XXXVIII, Gustavo Adolfo Bécquer
37
Silencio de la noche, doloroso silencio
nocturno… ¿Por qué el alma tiembla de tal manera?
Oigo el zumbido de mi sangre,
dentro de mi cráneo pasa una suave tormenta.
Nocturno, Rubén Darío
38
La vida pasa y pasa y el tiempo nunca para.
39
Cuando el hombre llega a viejo, cree que pertenece al cielo.
40
Las cosquillas de tus besos son caricias de fuego.
41
Lo bello de la vida es saber no necesitar compañía.
42
Amar bajo la luna es dar paso a la locura.
43
El beso de la primavera calló el invierno que nos aqueja.
44
No hay que sentir el mar para sentir la paz.
45
Hay que vivir odiseas para alcanzar las estrellas.
46
Un corazón desamparado siempre encontrará un amparo.
47
Te regalo una canción que lleva todo mi amor.
48
La vida es muy corta y la fe muy sorda
49
Lo más bello que viví fue lo que pude descubrir.
50
Nacimos para morir, nuestro lugar no es aquí.
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