“La Ilíada es una obra clásica de la Literatura Universal, cuyo autor es atribuido al griego Homero, el cual narra 51 días del último año de la Guerra de Troya“
Tras 9 años de una guerra avasallante entre troyanos y griegos, estos últimos logran conquistar y saquear Crisa, un pueblo aliado de Troya.
En este pueblo lograrían capturar a dos jóvenes de impresionante belleza, Criseida y Briseida.
Como era la costumbre, ambas féminas serían el premio mayor tanto para el líder del ejército griego, Agamenón, quien tomó a Criseida; como para el mejor soldado de todos los aqueos, el semidiós Aquiles, hijo de Peleo y Tetis, quien tomó a la bella Briseida.
No obstante, el padre de Criseida era ni más ni menos que Crises, el sacerdote que sirve al Dios Apolo. Crises pide con vehemencia a Agamenón que se le devuelva su hija, pero éste se niega rotundamente.
El sacerdote reza a Apolo para que éste mande una plaga al campamento griego y así condenar a los aqueos por el rapto de su hija, algo que le concede el dios griego.
Luego de que varios griegos muriesen tras la plaga encomendada por Apolo, Agamenón consulta al profeta de Calcas, quien le menciona la verdadera causa, siendo ésta la no devolución de Briseida a su padre.
Agamenón regresa a Criseida; empero, toma el premio de Aquiles, Briseida; lo que da inicio a la gran debacle griega.
Y es que Aquiles, al ver como se le arrebata su más preciado tesoro por mero capricho del rey Agamenón, desata una “cólera funesta que causó infinitos daños a los aqueos” – ahora si lees la obra ya sabrás el porqué de su primer verso –.
Aquiles, el mejor soldado de todos los griegos; se retira de la guerra y por si fuera poco, pide a su madre que interceda ante Zeus para que éste se vengue ante los griegos por semejante traición e irrespeto.
La promesa de Zeus y el duelo a muerte por Helena
Zeus cumple la petición de Tetis, y mediante un sueño le enuncia a Agamenón que los griegos serán los vencedores de la batalla – haciendo una promesa –, una trampa para que volviesen al campo de batalla contra los troyanos.
Es así como de nuevo ambos ejércitos inician una brutal batalla hasta que París – príncipe troyano – propone una pelea de uno contra uno frente a Menelao – hermano de Agamenón –, quien fuera el antiguo esposo de Helena.
Y… ¿quién es Helena? Es la causa inicial de la guerra, pues ésta se enamora de París – gracias a un hechizo de Afrodita – tras una visita de éste a Grecia, haciendo que el príncipe troyano se la cargara y la resguardara en Troya.
Quien ganase el duelo entre París y Menelao se llevaría a Helena con él, dando fin a la guerra.
El combate inicia y Menelao hiere a Alejandro, y antes de que el griego le asesinase, Afrodita interviene en la batalla para rescatar a París y así llevarlo hasta Troya, donde pide a Helena que le atienda.
La tregua de no agresión para observar el duelo a muerte entre Menelao y París seguía vigente, hasta que Zeus decide romperla mandando a Atenea al campo de batalla.
Atenea disuade a Pándaro para que hiera con una flecha al hermano de Agamenón, dando fin al pacto y provocando así que de nuevo inicie la sangrienta querella.
El arrepentimiento de Agamenón y la muerte de Patroclo
Agamenón, Diomedes y Odiseo – estos dos últimos destacados soldados aqueos – se encontraban heridos, los troyanos estaban a poco de llevarse la victoria y lograron acorralar a los griegos tras los muros que habían construido en la costa para proteger sus barcos.
Antes de que esto sucediese Agamenón había hecho un esfuerzo por traer de nuevo a Aquiles a la batalla, devolviéndole a Briseida y ofreciéndole majestuosas dádivas.
El orgullo del semidiós no le permitió aceptar aquellas ofrendas, aunque preocupado por los griegos envía a su fiel amigo Patroclo para que le informe sobre la batalla.
Una vez encontrados los griegos entre sus propias murallas, Poseidón ayuda desde el mar mientras Hera distrae a Zeus para que no se percate de tal intervención divina, aunque poco después se daría cuenta y prohibiría a los dioses de intervenir.
Mientras esto sucede, Patroclo pide a Aquileo su armadura prestada para sacar a los troyanos del campamento griego, algo que logra con vasta valentía.
El grave error de Patroclo es cometido cuando éste persigue a Héctor – que se encontraba herido – hasta las murallas de Ilión, donde muere en manos del mejor soldado troyano, sí, el mismísimo Héctor, hijo del rey Príamo de Troya.
El regreso de Aquiles a la guerra
Los griegos avisan a Aquiles de la dolorosa muerte de Patroclo, cuyo cuerpo había rescatado y llevado al campamento griego.
Aquiles, enfurecido y devastado por la muerte de su leal compañero decide entrar de nuevo a la guerra, solicitándole a su madre una nueva armadura, ya que su antigua vestimenta bélica yacía en el cuerpo de Héctor.
Después de una reunión para resolver diferencias entre Aquiles y Agamenón, éstos vuelven a la querella y por si fuera poco, Zeus desiste y permite a los dioses ayudar al bando que deseen.
Los dioses que estaban del lado griego eran: Atenea, Hera, Poseidón y Hermes. Entretanto, los que figuraron a favor del bando troyano fueron: Afrodita, Ares, Apolo y Artemisa.
A pesar de que los troyanos sabían sobre la vuelta del Pélida Aquileo, Héctor se siente lo suficientemente fuerte y tenaz como para enfrentarle, y manda de nuevo a su ejército a la batalla.
Sus creencias erróneas derivan en una masacre efectuada por Aquiles hacia los troyanos, una cadena de muertes tan abrumadora que tiñe de rojo el río Janto, río que se enfurece con el Pélida e intenta ahogarlo, pudiendo salvarse el griego gracias a la ayuda de Atenea y Poseidón.
Aquiles sigue con su exterminio indetenible, situación que obliga al rey Príamo a dar la orden de resguardo a sus hombres dentro de las murallas de la impenetrable ciudad. Pero aún había algo por diputarse, la batalla entre los dos mejores guerreros de cada bando, ¡Aquiles versus Héctor!
Aquiles vs Héctor ¡Cantos fúnebres!
Héctor es intimidado por Aquiles, pero luego de una promesa falsa de Atenea acepta el duelo y sale de la ciudad para enfrentarse al griego. Y luego de una tensa batalla Aquiles por fin da muerte al asesino de su amigo, Héctor, príncipe de Troya.
Aquiles ata el cadáver de Héctor por los pies al carro de guerra y lo arrastra humillado ante las miradas aterrorizadas de su familia, quienes ven como les será imposible recuperar su cadáver.
Aun así, los dioses y su madre Tetis logra apaciguar la ira de Aquileo y convencen a Príamo de visitar su tienda, lugar en el que ambos lloran desconsoladamente por sus pérdidas y el semidiós entrega con suma voluntad el cuerpo del fallecido guerrero troyano.
Troya recibe el cadáver de Héctor y le realizan sus respectivos ritos y actos fúnebres – así como lo hizo Grecia con Patroclo –, dando fin a esta magnífica obra que continuará en La Odisea, epopeya en la que se relata el final definitivo de esta guerra y a su vez, narra la épica y emocionante vuelta a casa de Odiseo tras estos acontecimientos.