Nuestro organismo se encuentra constituido por más de 100 articulaciones aproximadamente, las cuales están formadas a su vez por huesos, tendones, cartílagos, membranas y un líquido especial llamado sinovial que lubrica todos sus componentes y permiten el movimiento.
De manera entonces que es gracias a nuestras articulaciones que podemos ejercer funciones como caminar, hablar, correr, mover nuestra espalda y hasta hacer pasar un hilo a través de una aguja.
Con el paso del tiempo, los tejidos blandos de nuestro cuerpo se deterioran y van perdiendo sus propiedades de protección lo cual es más evidente a nivel de los cartílagos pues su desgaste permite el contacto directo entre los huesos.
El deterioro de los cartílagos viene dado además por otras condiciones que hacen que los elementos de una articulación atraviesen por cuadros inflamatorios perpetuados en el tiempo y que terminan por alterar el funcionamiento adecuado de una articulación.
La artrosis es el proceso inflamatorio crónico de una articulación especialmente a nivel del cartílago que se acompaña de dolor, edema y limitación funcional.
¿Cuál es la causa de la Artrosis?
Se dice que los procesos articulares y de artrosis suelen ser más comunes a partir de los 40 años, y en el sexo masculino dado la mayor predisposición de los traumatismos que las mujeres.
Dependiendo del origen la artrosis puede ser:
1. Artrosis Primaria
Es aquella artrosis que aparece espontáneamente en una persona sin llegar a precisar la causa que permitió su desarrollo, es por eso que también se le denomina Idiopática y afecta a más personas de lo que se conoce.
La mayoría de las veces no es posible llegar a la causa que desencadena el proceso inflamatorio de la articulación por lo que las personas que cursan con esta entidad, deben aplicarse tratamiento independientemente de no conocerse su origen.
Suele afectar a una sola articulación o involucrar un conjunto de articulaciones.
2. Artrosis secundaria
Como su nombre lo indica, es un tipo de artrosis que ocurre como consecuencia de algún tipo de afectación a nivel de la articulación, siendo las más frecuentes:
- Antecedente de artritis séptica que se debe a un proceso infeccioso previo de la articulación.
- Traumatismos articulares como en el caso de deportistas con algún tipo de lesión, cuadros de artritis Reumatoidea previos o enfermedad gotosa.
- Anomalías congénitas que favorecen una articulación mal funcionante especialmente en personas con parálisis cerebral infantil y otros trastornos neurológicos que no permiten el movimiento normal en una persona y en consecuencia aparece atrofia muscular y de los huesos.
- Trastornos metabólicos que provocan depósito excesivo de metales pesados como el cobre y el hierro cuyo procesamiento termina por acumularse en distintos órganos de los que no escapan las articulaciones.
Síntomas de la Artrosis
Cuando hay un daño en una articulación el propio peso que ésta soporta, produce un efecto de fricción entre un cartílago y el hueso con el que se está articulando lo que produce el malestar característico de ésta afección.
En consecuencia el desgaste continuo del cartílago termina por provocar síntomas característicos los cuales una vez que se instauran, son difíciles de manejar y de pasar por alto y dependerán de la articulación lesionada.
Cuando se trata de grandes articulaciones como la rodilla y la cadera, las manifestaciones tendrán que ver con el caminar y agacharse, si se trata de los dedos de las manos, el malestar se presentara con solo mover los dedos.
Son precisamente las caderas, rodillas, tobillos, cuello, dedos de las manos, dedo pulgar de los pies y región lumbar, las articulaciones que con más frecuencia atraviesan por cuadros de artrosis.
Los síntomas clásicos de la artrosis son:
- Dolor articular moderado o intenso que puede provocar hasta incapacidad para el movimiento y desplazamiento.
- Rigidez de la articulación.
- Aumento de volumen con deformidad a largo plazo en una articulación.
- Deterioro progresivo de una articulación al punto de impedir su movimiento.
- Rechinamiento o ciertos ruidos en el momento de mover la articulación.
- Edema y enrojecimiento de la articulación cuando se sobre agrega algún proceso infeccioso o por ejemplo la enfermedad gotosa que implica el depósito de ácido úrico a nivel articular.
¿Qué hacer si se presenta Artrosis?
Ante la sospecha de cuadros de artrosis es fundamental consultar con el especialista en traumatología o Reumatología para realizar las evaluaciones pertinentes y determinar si se trata o no de artrosis. Existen ciertas medidas terapéuticas que se pueden considerar:
- Administración de analgésicos y antiinflamatorios que permitan reducir el proceso de inflamación y con ello el dolor.
- Iniciar ejercicios físicos bajo supervisión especializada que incluyan estiramiento y fortalecimiento para permitir que la articulación cumpla su función.
- Incluir fisioterapia en la que además de ejercicios dirigidos, puedan realizarse ciertas estimulaciones nerviosas que contribuyan con la recuperación de la articulación y su porción nerviosa.
- Aplicar frio local alterno con calor.
- Aplicar antiinflamatorios por vía tópica.
- Perder peso para evitar la presión sobre la articulación y reducir el tiempo de roce entre un hueso y otro.