La vida saludable se reconoce como el conjunto de hábitos orientados al bienestar que se mantienen aplicados en el día a día. Es usual ver muy buenos resultados en quienes se mantienen apegados a estos preceptos.
A pesar de que no es un concepto totalmente homogéneo en la práctica, hay indicadores que son básicos en su evaluación. Entre ellos se encuentran factores como el tipo de alimentación, niveles de ejercicio y formas de esparcimiento aplicadas.
Importancia de una vida saludable
Mantenerse bajo este formato es muy importante para cualquier ser humano, debido a que así se preserva la integridad física y mental. Los procederes desordenados tarde o temprano terminan implicando consecuencias negativas, que se pueden volver irreversibles.
Entre los aspectos más básicos en este sentido hay que destacar la prevención de patologías de base, relacionadas con el corazón, cerebro y los sistemas esenciales del organismo. También es más fácil evitar los embates del sobrepeso, insomnio y altos índices de masa corporal.
Más allá de lo que ello pueda implicar en la apariencia, esta es una cuestión relacionada con la salud. Los malos hábitos hacen que la esperanza de vida sea mucho menor, por el deterioro paulatino del cuerpo. Asimismo, la mente sufre al no saberse en resguardo o mantenerse en estado de alerta.
Ejemplos de vida saludable
1. Dieta mediterránea
Este tipo de régimen alimenticio es uno de los más recomendados por sus implicaciones positivas en el organismo. Sus basamentos se encuentran en los vegetales, frutas, verduras y productos de orígenes naturales.
Los granos, frutos secos, legumbres y aceite de oliva son básicos en la aplicación de la dieta, que se reconoce como protectora del corazón y todo el sistema cardiovascular. En cuanto a las carnes rojas, embutidos y procesados, es idóneo sustituirlos poco a poco.
2. Ejercicio cardiovascular
Caminar, correr, trotar o bailar son ejercicios de poca dificultad y mucho provecho para quienes los practican. Lo mejor de todo es que lo puede hacer cualquier persona y que denotan un mejoramiento general de la condición física.
En el caso de que las prácticas sean habituales habrá optimización de los procesos metabólicos, regulación de la resistencia a la insulina y control de la presión arterial. Los hidratos de carbono tendrán el proceso adecuado y es más fácil notar el aprovechamiento de la grasa.
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3. Descanso adecuado
Cada vez es más común que las personas tengan trastornos del sueño y no completen el ciclo recomendado por los especialistas del descanso. El insomnio, parálisis del sueño y narcolepsia son ejemplos de ello.
La indicación más habitual es dormir ocho horas por jornada, para alcanzar el descanso adecuado y reponer las energías perdidas. Con este hábito, los procesos del organismo se realizan de forma adecuada y el desempeño próximo será mejor.
4. Falta de tabaquismo
Consumir tabaco o algún tipo de cigarrillo no contribuye en nada para tener una vida saludable. Estas sustancias resultan adictivas y generan procesos de dependencia que son muy difíciles de terminar. Además, producen consecuencias para el entorno de los fumadores.
Por suerte, cada vez existen más organizaciones públicas y privadas que ayudan a los adictos a manejar la situación. En las plataformas digitales también hay planes y consejos que hacen el camino más sencillo.
5. Consumo de alcohol
Así como el tabaquismo, el alcohol hace mucho daño en las funciones cerebrales y podría influir en el desarrollo de enfermedades. Uno de los órganos que más sufre es el hígado, donde tienen lugar patologías como la cirrosis hepática. El páncreas y el tracto digestivo también se ven afectados.
Hay que tener especial cuidado ante un periodo de gestación, debido a que el licor no solo pone en riesgo a la madre embarazada, sino al feto que está creciendo.
6. Prudencia en el consumo de fármacos
Los medicamentos curan el organismo, pero también pueden generar intensas contraindicaciones en él. Los proveedores de la salud deben ser los principales aliados para conocer los efectos secundarios y evaluar la necesidad real de consumir un fármaco.
Pero este no es el único problema. Las interacciones entre compuestos químicos presentes en las medicinas pueden resultar muy peligrosas, especialmente para personas de la tercera edad.
7. Manejo del estrés
El estrés es un mal que al no controlarse puede alterar el desarrollo de las actividades cotidianas. Su persistencia provoca trastornos del sueño, cambios en el estado anímico y hasta malestares estomacales.
En ocasiones la consulta con especialistas es una opción para hacer más llevaderas las situaciones estresantes. Un poco de ansiedad o preocupación sobre las situaciones es normal, pero lo importante es poder ejercer un control sobre ello y no permitir que incida en el bienestar.