La aneurisma es la dilatación de las paredes de las arterias, esta ocurre como consecuencia de una debilidad en sus componentes, favoreciendo la aparición de pequeños sacos en la aorta y en sus ramificaciones cerebrales y poplítea principalmente.
Según la magnitud del aneurisma, este es capaz de romperse y generar distintos focos de hemorragia y dependiendo de la ubicación de la arteria, será el compromiso de la vida de la persona afectada.
Este defecto del vaso sanguíneo se caracteriza por ser similar a un globo a nivel de la arteria, formando una especie de huso que contiene todas las capas de la misma y que independientemente de su tamaño, genera severas alteraciones en el flujo sanguíneo.
Una de dichas alteraciones es la aparición de un flujo turbulento justo en la dilatación.
Lo anterior, favorece la formación de trombos capaces de viajar a cualquier segmento del organismo o en su defecto aumentar la presión de la sangre y provocar la ruptura de la aneurisma.
Este fenómeno es severo a nivel cerebral, pues la ruptura de una aneurisma a esa escala, genera una serie de secuelas neurológicas que podrían ser irreversibles.
De forma similar, sucede con los aneurismas de la aorta, que terminan siendo incompatibles con la vida.
Causas de la Aneurisma
Existen ciertos factores genéticos que podrían provocar cambios en las células que componen las capas de las arterias, predisponiéndolas a ser más laxas y débiles en relación a lo habitual.
Sin embargo se habla principalmente de factores de riesgo que predisponen a la aparición de las aneurismas como lo son la diabetes mellitus, hipertensión arterial, la obesidad, la enfermedad coronaria y algunos tipos de traumatismos.
Otras entidades relacionadas con la predisposición de aneurismas, son el tabaquismo, alcohol, y los niveles elevados de colesterol, pues han demostrado alterar en gran magnitud, la composición de las arterias favoreciendo su debilidad.
Por otra parte, muchos casos de aneurisma se presentan clínicamente con focos de hemorragia que pueden causar la muerte.
Lo anterior, obedece a la más temida consecuencia de una aneurisma que es su ruptura, producto del aumento de presión en el interior de la dilatación.
Por lo tanto la propia debilidad del vaso sanguíneo sumado a una intensa presión de sangre dentro de la arteria, son el resultado que causan las condiciones físicas y enfermedades antes descritas.
Síntomas de la aneurisma
Los síntomas de una aneurisma, dependen del lugar en donde ésta se ubique, sin embargo en la mayoría de los casos no causa mayor sintomatología hasta tanto no se encuentre en fases avanzadas.
El cuadro clínico que se presenta producto de esta alteración, dependerá también de la indemnidad del vaso sanguíneo, es decir, si este sufrió o no una ruptura.
1. Aneurisma Cerebral
Cuando la aneurisma cerebral no se ha roto, podría haber síntomas inespecíficos como dolor de cabeza de variable intensidad, cambios en la visión, alteración en el equilibrio, dificultad o pequeños cambios en el habla.
Si existe ruptura, los síntomas son más aparatosos y severos y son dolor de cabeza intenso acompañado de pérdida del estado de consciencia o de la visión, relajación de esfínteres, parálisis de alguna de las partes del cuerpo y rigidez de nuca.
2. Aneurisma abdominal
En la aneurisma abdominal, se presenta un dolor en esta zona asociado a la digestión.
Ahora bien, si ocurre la ruptura de la aneurisma, el dolor es intenso, incapacitante, con irritación peritoneal y sepsis que origina un abdomen agudo quirúrgico.
Generalmente el hallazgo es intraoperatorio y existe un importante deterioro físico del afectado.